Claudio "Pocho" Lepratti y su bicicleta eran compañeros inseparables. Con frío o calor, con lluvia o viento, llegaba a todas partes sobre su rodado, siempre dispuesto a ayudar a su prójimo.
Este militante de la vida, nacido en Concepción del Uruguay (Entre Ríos), trabajó en el barrio Ludueña donde coordinaba los talleres para niños, daba clases de teología en la escuelita del padre Edgardo Montaldo (escuela Luisa Mora de Olguin). Fue un promotor de grupos de huertas orgánicas y cría de pollos a través de su participación en el ProHuerta. También participó y propició la formación de una veintena de grupos de niños y jóvenes de las barriadas de Rosario (siendo el primero "La Vagancia"). En el marco de éstos, se abordaron temáticas como prevención de salud y tareas como la producción de jabón, fabricación de hornos y desarrollo de comedores comunitarios.
El miércoles 19 de diciembre de 2001, harto de que la policía disparara contra pibes y mujeres, se subió a la terraza de la escuela Nro. 756 del Barrio Las Flores, donde colaboraba con la preparación de la comida. Fue asesinado de un balazo en la garganta, mientras le pedía a la policía que no disparase contra el comedor donde él colaboraba, ya que adentro había chicos comiendo. Sus asesinos están presos...
Fernando Traverso ha intervenido la ciudad de Rosario estampando 350 bicicletas tamaño real, a través de "pintadas" en las paredes de la ciudad. Pone en evidencia, con esta acción, la memoria y las ausencias que ocultan las paredes. Continúa el proyecto, "cediendo" el modelo del stencil de la bicicleta y para tal fin ha escrito un manual (ver) que explica cómo poder construirlo sin inconvenientes.
Sus bicicletas recorren casi todo el espacio urbano. Están puestas sobre el frente de escuelas, en las inmediaciones de fábricas abandonadas, en las paredes de lo que en algún momento fueron centros clandestinos de detención. Su presencia presentifica historias de ausencia que no son sólo políticas: "Siento que esas imágenes poseen una fuerte carga nostálgica, es indudable. Hay quienes al verlas evocan su infancia, en otros despierta el recuerdo de amigos idos. Hace un tiempo atrás un amigo que se había marchado al exilio me dijo que al verlas le recordaba aquella bicicleta que él había dejado en su casa familiar antes de emprender la huida. Otros no pueden dejar de vincularla con la historia trágica de Pocho Lepratti y los hechos del 20 y 21 de diciembre. Eso es lo maravilloso de esta obra, su constante capacidad de resignificación según quién la vea y en qué sitio de la ciudad la descubra. Su poder nostálgico oficia como un disparador de sentidos".
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