"La experiencia de escribir a mano alzada es una experiencia tan humana y tan corporal que no se la debe privar a un niño. La escritura atraviesa el cuerpo, porque escribe la mano pero escribe el cuerpo entero, escribe el niño y escribe la historia, escriben los aprendizajes previos cuando se suelta a la escritura y se libera esa mano. Hay que acompañarlos, ayudarlos a descubrir ese valor" dice María José Borsani sobre un debate más que apasionante.
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