El teatro rosarino fue un espacio de contracultura y resistencia 30 años atrás, en la dictadura. Permitió abrir rendijas y establecer una vía alternativa a la cultura oficial.
El encuentro físico entre obra y público habilitaba otro de un orden distinto, el encuentro de fantasías que circulaban en el inconsciente colectivo. El teatro plasmaba lo que, fuera de él, intentaba ser desintegrado: la conciencia social, la denuncia de abuso de poder, la idea de libertad.
El teatro rosarino fue, en sí mismo, un símbolo que resistió los embates de la dictadura; gracias a la grandeza de sus hacedores, que, como sus propios testimonios develan, aún sabiendo que ponían en peligro sus vidas, tuvieron la necesidad de unirse para re-inventarlo y hacerlo sobrevivir.
El encuentro físico entre obra y público habilitaba otro de un orden distinto, el encuentro de fantasías que circulaban en el inconsciente colectivo. El teatro plasmaba lo que, fuera de él, intentaba ser desintegrado: la conciencia social, la denuncia de abuso de poder, la idea de libertad.
El teatro rosarino fue, en sí mismo, un símbolo que resistió los embates de la dictadura; gracias a la grandeza de sus hacedores, que, como sus propios testimonios develan, aún sabiendo que ponían en peligro sus vidas, tuvieron la necesidad de unirse para re-inventarlo y hacerlo sobrevivir.
Para ver/descargar de Canal Encuentro.
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